Categoría: ni una menos

Ahora que SÍ nos ven

Mi nombre es Ana Paula Seara, tengo 35 años, nací mujer y me percibo como tal. Soy una mujer afortunada, porque lo más grave que me pasó en la calle es que me dijeran algo tan desagradable que se me revuelva el estómago; soy afortunada porque tengo al lado a un compañero que no ve diferencia entre nosotros dos, más que las biológicas, un compañero que, aunque no se perciba como tal, es feminista, porque…

#8M

#8M

Confieso que nunca había ido a una marcha… Siempre sentí ganas, pero por una cosa o por otra, nunca había ido. Debo decir que el motivo principal fue el miedo. No podría decir exactamente a qué, pero ese miedo de “que pase algo” de “quedar en el medio”… No sé, la cuestión es esa, nunca había ido.

Este 8 de marzo sentía la necesidad, ya no eran ganas o deseo, era una necesidad y ahí fui. Yo también fui parte de la marea que caminaba con banderas, carteles y cánticos. 

feminismo

Hace no mucho tiempo empecé a entender el feminismo, lo entiendo, lo siento y lo abrazo. Lamento quienes no lo hacen, sobretodo las mujeres… Hace un tiempo, si no me equivoco fue el mismísimo 8 de marzo, leí por ahí uno de esos carteles que circulan por las redes que decía “nuestra generación se está preocupando tanto por mostrar que una mujer puede hacer lo mismo que un hombre, que está perdiendo lo que la hace única. 
La mujer no fue creada para hacer todo lo que hace un hombre. La mujer fue creada para hacer todo lo que un hombre no puede hacer”… Lo leí… Me quedé pensando… Me enojó un poco… Pero más que nada porque, una vez más, me parece que no se entiende el feminismo o, tal vez, soy yo la que tiene una visión equivocada. Creo que lo que esta generación de mujeres busca con este movimiento es visibilizar que, si bien existen claras diferencias -sobretodo biológicas- entre hombres y mujeres, los derechos debieran ser los mismos para todos. Estamos hablando que solamente las mujeres tienen que tener el mismo derecho que un hombre a determinados puestos de trabajo o la igualdad salarial? No, es mucho más que eso. Estamos hablando también que cuando una pareja decide tener un hijo el varón tiene que volver a trabajar a los pocos días… El bebé también lloró para él y no durmió, el también quiere pasar tiempo con su bebé, sin embargo, no tiene ese derecho. El feminismo busca la igualdad de derechos. Estos ejemplos son solo eso, ejemplos, pero podríamos enunciar muchas, muchísimas situaciones más donde se ven estas diferencias para ambos lados.
Y por otro lado, no creo que la mujer “esté hecha” para hacer lo que el hombre no puede, creo que la mujer puede todo lo que quiere, mientras su biología se lo permita.

lA MARCHA

De todos modos, no quería ahondar en esto, quería contarte lo que ví, lo que me pasó. Lo que ví fueron a un montón de mujeres, juntas, como una masa, caminando, de manera pacífica, cantando, pintadas, con ropa alusiva, con pañuelos de varios colores, ví mujeres abrazarse, unirse, ví madres con sus hijas chiquitas, ví amor, ví sororidad, ví una sola mujer, enorme, caminando y luchando, porque eso es lo que se respiraba, unión, éramos como una sola. La frase “no estás sola” resonó más que nunca en mi interior y, creo, que ahora sí la entendí por completo. Estoy agradecida de haber ido, de haber sido parte y de haber compartido ese momento con dos grandes amigas, mujeres que quiero y admiro y que hacen mi vida mejor. También estoy feliz de haberme cruzado con un montón de otras que conozco y fundirnos en un abrazo y seguir caminando y la frase “qué bueno verte acá!” Sentí mucha emoción y el corazón grande, siento mucha alegría y un enorme privilegio de vivir este momento -a nivel mundial- en el que las mujeres nos levantamos y siento que ya no nos van a callar, porque ya, de verdad, no estamos solas.
Te quiero dejar algunas imágenes que me gustaron un montón, que pude capturar y que quiero compartirlas con vos.
Gracias, como siempre, por leerme y, ojalá, vos también estés sintiendo todo esto. Y nunca te olvides que YA NO ESTÁS SOLA ♥
mirá como nos ponemos

mirá como nos ponemos

MIRÁ COMO NOS PONEMOS

Desde la conferencia de prensa de actrices argentinas y el tremendo, crudo y muy sentido testimonio de Thelma, siento un nudo… No podría decir si es en el estómago, o en la garganta, sólo siento un nudo en el cuerpo, un nudo que me atraviesa, un nudo que (evidentemente) está hace mucho ahí y que siento que se empieza a aflojar, lentamente, con todos y cada uno de los testimonios que leo y escucho… Un nudo que no es solamente mío, un nudo que es de todas (me atrevería a decir que también de muchos varones), un nudo que, más que un nudo, es un ovillo gigante que compartimos como género. Y me pregunto, ¿de qué está compuesto ese ovillo? Está compuesto de cada vez que me gritaron “puta”, de cada vez que no me miraron a la cara sino al escote, de cada vez que corrí a mi casa para llegar rápido, agitada y con un poco de miedo cuando me bajaba del colectivo después de alguna hora determinada, de cada vez que me crucé de vereda porque había un grupito de pibes, que como ya sabemos, si están juntos “la bardean”… Perdón, estoy diciendo “me”? Quiero decir “nos”… Sigo con el ovillo: está compuesto de cada vez que te apoyaron el pito (elijo no decir miembro, las cosas por su nombre) en el transporte público, no solamente con todo el cuerpo, sino en el brazo, mientras íbamos sentadas, de cada vez que nos tocaron el culo en un boliche, en un bar, en la calle, en el mismo transporte público, de cada vez que no contestamos una grosería y también de cada vez que contestamos y por eso fuimos insultadas o humilladas: “histérica”, “puta”, “trola”, “para qué te vestís así entonces?”, y, repito, si hay más de uno… Mejor no reproducir lo que dicen ni describir el miedo que te agarra… Por cada vez que un compañero de colegio masticaba papas fritas y se las escupía en el buzo a mi mejor amiga de la primaria y, saben qué?, a ella él le gustaba muchísimo y por eso se lo bancaba y él por eso lo hacía, por cada vez que un tipo se nos paró muy cerca y podías sentir su aliento mientras esperabas para bajar del colectivo, por cada vez que caminamos un poco más de la puerta de casa porque nos daba miedo entrar por el que venía caminando, por cada vez que agachamos la cabeza y seguimos caminando rapidito, por cada vez que no contestamos por miedo, por cada vez que el jefe nos preguntó si teníamos intenciones de ser madres pronto, por cada vez que nos lo preguntaron en una entrevista, porque si la respuesta era positiva era algo-excluyente-para-el-puesto, por cada vez que fuimos víctimas del micro machismo, muchas veces propinado por nuestro propio género y nosotras mismas, por cada vez que dudamos qué ponernos, porque no sabías si era apropiado para la gente que iba a ir, por haber decidido no usar más escotes, faldas cortas, ropa ajustada, por miedo… Se me ocurren muchas cosas más y seguro que vos tenés mil más, porque todas tenemos miles de estas, pero creo que queda claro el punto…
 

Antes de seguir con esto, quiero aclarar que no soy escritora, no soy periodista, no tengo formación, pero sí soy MUJER, pero sí siento orgullo de serlo y, generalmente, escribo para vaciarme, la cabeza, el alma, los pensamientos, esta “nota” es un acto meramente egoísta, una necesidad, no me entra más en el cuerpo, lo loco de todo esto es que no me entra más dolor de todo lo que destapó el testimonio de Thelma, pero, por otro lado completamente contradictorio, no puedo más de orgullo, de sororidad (cuanto me molesta que el corrector ortográfico no tenga esta palabra en su base de datos), de amor, de mucho amor multiplicado entre todas nosotras.

Lo que pasó el lunes fue un hecho histórico, una mujer que estaba juntando sus pedazos fue acompañada por un montón de otras mujeres que completaron un poco esas partes rotas, fue abrazada, apoyada, empoderada (otra palabra que me marca el corrector) por muchas otras que estaban ahí y por muchas otras más que ni siquiera la conocemos. Y con ella como “bandera” muchas se animaron a contar SU propia historia en las redes, en sus casa, con sus familias, parejas, amigos… Muchas se animaron a romper el silencio, a compartirlo y a, lo más importante, NUNCA MÁS SENTIRSE SOLAS… Escribo y lloro, todo al mismo tiempo, porque sigo sin poder entender por qué se condena a la víctima, a la mujer abusada, violada, golpeada… Por qué se pone en tela de juicio lo que ella cuenta, por qué se la vuelve a victimizar cada vez que la hacen remover todo, por qué tiene que sentir ella vergüenza, por qué tiene que sentir miedo de hablar y por qué, encima de todo su dolor, tiene que sentir esa profunda soledad…

Muchos hablan de la super-producción que se utilizó para llevar a cabo el testimonio, que si iban maquilladas, que si estaba preparado todo, que si son resentidas, se las intentó (y todavía hoy leo algunos comentarios) insultar diciéndoles “aborteras”… Te cuento una cosa? Lo mismo pasó con las sufragistas el siglo pasado (hay una nota, en este mismo blog dónde te cuento un poquito de las feministas), lo mismo y peor también. La diferencia es que ahora todo es más visible y cada vez somos más las que no tenemos miedo de decir lo que pensamos, de pensar y sentir diferente, de pensar y sentir al varón como un igual, de expresarnos libremente en todos los aspectos de nuestra vida, de bancar a la de al lado, aunque eso tenga consecuencias, de mostrarnos tal cual somos, de dejar a nuestros hijes decidir si quieren jugar con cosas que, supuestamente, corresponden al género contrario y bancarnos la voz de “las mamis” señalándonos porque incentivamos a ser a nuestra hija-muy-machona o a nuestro hijo-muy-gay… Porque somos muchas las que entendimos de lo que va el feminismo, va de que el varón no sienta la presión de ser el-jefe-de-familia, que sepa que puede llorar y no va a ser un “marica” por eso, que pueda tener licencia por paternidad, que si hace las cosas de la casa porque es un equipo con su pareja no significa que la-jermu-lo-tiene-cortito… De eso se trata, de igualar, de dar lugar… Pero también se trata de que el varón, por el simple hecho de pertenecer a ese género no se sienta con la libertad de desnudar con la mirada a una mujer, incomodarla, insultarla, humillarla, golpearla, violarla, abusarla de cualquier manera, que no sienta que en nombre de la “protección” puede aislarla y que nada de lo que haga va a tener un costo y también se trata de que la mujer entienda que si esto le pasa, no es su culpa, no tiene por qué sentirse avergonzada y que si habla, lo comparte, lo denuncia, nunca más va a estar sola.

 

Hablo por mí y por muchas de las que leo, lo que pasó el lunes destapó una olla que ya no se va a volver a tapar, creo que fue lo más gráfico que ví: una mujer, abrazada, protegida, impulsada y empoderada por muchas otras mujeres. 

En la nota que te comenté más arriba escribía: “Cuando entendamos que cada mujer ES LIBRE DE ELEGIR LO QUE QUIERE PARA SU VIDA Y NO TIENE QUE DARLE EXPLICACIONES A NADIE, incluidas el resto de las mujeres, ese día las marchas van a cobrar un mayor sentido, porque vamos a ser una sola caminando por una misma lucha, la de sentirnos libres… Ese día, vamos a fortalecernos como género, reconociéndonos mujeres en todas las facetas, madres, no madres, putas, laburantes, amas de casa, ese día el #VivasNosQueremos y el #NiUnaMenos van a sonar más fuerte que nunca! Y va a ser tan ensordecedor, que no va a quedar lugar a dudas, ese día… Unidas como una sola, lo vamos a lograr!” Hoy creo que es posible.

Esto es un camino de ida.

Esto recién empieza.

Gracias! ♥

#mirácomonosponemos #juntassomosmás #vivasnosqueremos #niunamenos #noesno #sevaacaer #yositecreo

Del día de la mujer y otras yerbas


Soy mujer, estoy orgullosa de serlo, pertenezco a una familia donde somos un, aproximadamente, 90% de mujeres. Tal vez por eso nunca ví a “la mujer” como un ser débil.
En mi familia las figuras más fuertes, más respetadas, más importantes, siempre han sido (y creo que serán) las mujeres. 
Todas esas mujeres fueron cabeza de familia, algunas enviudaron jóvenes, criaron hijos y trabajaron, en épocas que – tal vez -no era tan frecuente. Enseñaron a cada una de las mujeres de su familia, su descendencia, sus nietas y nietos que la mujer tiene los mismos derechos y oportunidades que los hombres, porque, si bien, somos completamente diferentes, somos lo mismo, nos retroalimentamos los unos de los otros. 
Las mujeres somos capaces de engendrar vida, pero necesitamos un “pequeño” aporte masculino para que eso suceda. 
Con esto, no quiero decir que todas las familias funcionen igual, quiero decir que algunas, solo algunas, son dirigidas por mujeres y que si esas mujeres no se encargan de enseñar a “sus” hombres y mujeres el respeto por el otro, si, “otro” en genérico, porque si sabés de respeto, sabés no discriminar por género al respetar, todo sería mucho más fácil, más sano, más amable. 

Desde el inicio, cuando las mujeres comenzaron a levantar su voz y ejercer su lucha, fueron estigmatizadas, marcando la diferencia con los hombres, tildándolas de malas madres, esposas (deber que ya no estamos obligadas a cumplir, gracias a nuestra propia evolución), feas, solteronas, viejas, violentas y también fueron objeto de violencia de todo tipo, sin embargo, no se detuvieron.

Masculinas… O machonas


Feas… O más bien desagradables…

Solas, solteronas o de dudosa sexualidad. 

Malas madres y esposas.

Violentas.

Pos suerte, o mejor dicho, por lucha, hace más de cien años ocurría esto. Estos afiches también son un modo de violencia. Desde que el mundo es mundo, la mujer sufre actos de violencia, pero hay un acto de violencia peor, uno que se engendra en el mismo género, uno que hace que nos juzguemos las unas a las otras, uno que sale desde la mismas entrañas del género femenino, uno que muestra la miseria, uno que revela el “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago” que todos – en el fondo –  tenemos… Es el de las mujeres criticando a otras mujeres, el de mujeres burlándose de otras mujeres, es el de mujeres que van a marchas y pintan cosas como “muerte al macho”, pero resaltan que su amiga está gorda, que se puso algo espantoso, lo mal que le queda, lo fea que está, cuanto envejeció, y cito esos ejemplos por hablar de puras banalidades; son aquellas mujeres que justifican atrocidades por como iba vestida la mujer que las recibió, son aquellas mujeres que colaboran con las redes de trata y permiten que miles de mujeres sean drogadas, violadas, abusadas en todo tipo de sentidos. Son aquellas mujeres que colaboran para que otras mujeres pierdan la dignidad. Esa es la peor violencia.
El día que como género entendamos que nos necesitamos las unas a la otras, que si una mujer se pone una minifalda o ropa sugerente no es puta y que si es puta está bien, porque es lo que eligió y tiene el DERECHO de hacerlo, que si una mujer se presenta a un concurso de belleza por propia decisión, no se la devoró el sistema, o no más que a mí, que vivo pendiente de mi celular, redes sociales y no salgo a la calle sin maquillaje porque me avergüenzan mis ojeras… Esa mujer, la del concurso de belleza, se sabe hermosa y quiere ponerse a prueba… Hasta qué punto está mal? Cuando entendamos que una mujer que es masculina no es lesbiana y que la lesbiana no tiene por qué ser masculina, que la mujer que decide no tener hijos no es menos que la que lo sueña como meta máxima en su vida, que una mujer tiene el derecho a hacer con SU CUERPO lo que quiera y pasar por las experiencias que decida, cuando entendamos que si una mujer decide dedicarse sólo a su trabajo o a su desarrollo personal no es una “desamorada” o “fría y calculadora” sino que tiene pasión por lo que hace, cuando entendamos que hay mujeres que adoran ocuparse de su casa y su familia y no por eso son sometidas, cuando dejemos de usar la expresión “trepadora” a una mina que se rompe el alma para ascender…. Cuando entendamos que cada mujer ES LIBRE DE ELEGIR LO QUE QUIERE PARA SU VIDA Y NO TIENE QUE DARLE EXPLICACIONES A NADIE, incluidas el resto de las mujeres, ese día las marchas van a cobrar un mayor sentido, porque vamos a ser una sola caminando por una misma lucha, la de sentirnos libres… Ese día, vamos a fortalecernos como género, reconociéndonos mujeres en todas las facetas, madres, no madres, putas, laburantes, amas de casa, ese día el #VivasNosQueremos y el #NiUnaMenos van a sonar más fuerte que nunca! Y va a ser tan ensordecedor, que no va a quedar lugar a dudas, ese día… Unidas como una sola, lo vamos a lograr!

Amo ser mujer, soy feliz de ser mujer, siento orgullo de ser mujer y de pertenecer a una familia de mujeres, trabajo para las mujeres y pienso todo el tiempo en mujeres, nada me parece más hermoso que el cuerpo de una mujer, gorda, flaca, embarazada, con las más perfectas imperfecciones.. Nos quiero unidas, nos quiero vivas, nos quiero libres… 

Mi madre, mi hermana y yo – Ilustración @lalailustrada